CORRIENDO POR EL ORO

Muchos de nosotros conocemos historias exitosas de atletas en diferentes disciplinas que han logrando hazañas importantes a corta edad, tal como Michale Phelps en natación, Usain Bolt en atletismo, Simone Biles en gimnasia, y la lista podría continuar; todo ellos entrenan duro día tras día con el fin de hacer historia y ganar un oro olímpico cada 4 años.
Generalmente sentimos admiración por todos ellos, apuesto a que la mayoría hemos pensado lo genial que sería estar en su lugar. Lo que muchas veces olvidamos es que a diario, al igual que esos atletas élite, enfrentamos muchos obstáculos, sin embargo otros simplemente deciden no atravesarlos porque le han perdido el sentido a la vida, no les interesa atravesar esos obstáculos, debido a que los sueños que una vez tuvieron y que en algún momento apostaban todo por lograrlos, han muerto.
Hemos perdido nuestro norte, porque no conocemos nuestro propósito, no sabemos por qué luchar porque nuestra vida muchas veces parece ser tan insignificante, sin sentido o usual que se nos hace imposible concebir la idea de llegar a cumplir una meta y no creemos que podamos llegar a ser alguien en la vida. Lo peor de todo es que hemos aceptado tanto esto, que nos hemos quedado sentados en la línea de salida viendo a los otros correr y alcanzar sus metas, pensando constantemente en lo genial que sería poder ser como ellos. Leamos lo que dice 1 de Corintios 9:24-27 (NTV):
24 ¿No se dan cuenta de que en una carrera todos corren, pero solo una persona se lleva el premio? ¡Así que corran para ganar! 25 Todos los atletas se entrenan con disciplina. Lo hacen para ganar un premio que se desvanecerá, pero nosotros lo hacemos por un premio eterno. 26 Por eso yo corro cada paso con propósito. No solo doy golpes al aire.27 Disciplino mi cuerpo como lo hace un atleta, lo entreno para que haga lo que debe hacer. De lo contrario, temo que, después de predicarles a otros, yo mismo quede descalificado.
Los versículos anteriores, nos hablan de 3 aspectos claves para lograr llegar a esa meta: propósito (objetivo que se pretende alcanzar), disciplina (reglas o normas cuyo cumplimiento de manera constante conducen a cierto resultado) y premio (compensación). Sin darnos cuenta, cada cosa que afrontamos es un entrenamiento más para correr la carrera más importante, que es nuestra vida, y poder alcanzar ese premio o meta.
Hoy te pregunto: ¿Para qué te estás entrenando? ¿Cómo estás viviendo cada día de tu vida? ¡No des golpes al aire! Dios te ha diseñado con un propósito, te ha hecho para cumplir cosas grandes. Hoy llegó el día de que te levantes y empieces a correr, no importa si los demás te llevan mucha ventaja, Dios te ha diseñado para ganar: ganar sobre tus circunstancias, sobre tus debilidades, sobre tus impedimentos, sobre tus inseguridades, sobre tus miedos y sobre tu dolor. Deja de ver el punto de salida, deja de vivir viendo tus errores, tus pecados, tus malas decisiones, no permitas que el pasado te impida correr la carrera de tu vida.
Recuerda que tus genes (ADN Espiritual) poseen todo lo que físicamente y espiritualmente necesitas para ganar. Deja que Dios te guíe en esta carrera, porque cuando Él es el entrenador, no hay forma de quedar descalificado.